Quizás sacarme los auriculares signifique escuchar el ruido de afuera, lo ajeno a mi, lo que interfiere entre la música y mi cuerpo. Tal vez no lo quiera, o no lo necesite,
quizás aun no esté preparada. No podes saberlo. Es probable que me alcance con el efecto del sonido, con su recorrido derecho al alma sin escalas, con ese viaje. Y mi felicidad no se halle en otro sitio que en ese al que me conduce. Incluso hay una posibilidad,
no tan pequeña, de que algún día elija quedarme ahí...
para siempre.
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