Hoy: Amiga soledad.

Todos los niños del mundo le temen, o alguna vez le han temido a la soledad. De pequeños, no comprenden que si mamá sale de casa para ir a comprar, no significa que los valla a abandonar para siempre. Creen que si los deja solos, algo malo puede ocurrirles, y nadie se enteraría. Un niño necesita la constante compañía de un adulto que lo proteja de todo peligro posible. El clásico miedo a la oscuridad, no es mas que el temor que produce no ver a alguna persona que les de seguridad, que los haga sentir tranquilos de que nada puede pasar.

Pero yo era distinta, siempre fui distinta al modelo de niño común. Yo no le temía a la soledad por falta de compañía, sino por exceso. Siempre me considere mucha persona para hablar conmigo misma. Nunca me atreví a escucharme, a conocerme, por ende nunca termine de aceptarme, y hasta hace algunos años, intentaba constantemente cambiar algunas cosas que me molestaban de mi. Encontrarme a solas conmigo misma y debatir esos temas que me preocupaban, eso era lo que me daba miedo.

Hoy paso el tiempo y amo la soledad. Me gusta y la necesito. Me conozco perfectamente y acepto todas y cada una de mis formas tal cual son. Ya no intento cambiar, sino que aquel que aun no lo hizo, entienda que las diferencias hacen al mundo. Y que ser distinto no implicar ser mejor o peor. Hoy, en lugar de huir de mi, me busco, me encuentro y me disfruto. Se quien soy, donde estoy y a donde quiero llegar. Se lo que tengo, y lo que me falta. Hoy, en lugar de esforzarme en cambiar para alcanzar el modelo, juego con mi personalidad. Cambio para divertirme y soy modelo de algo único. Hoy, puedo decir orgullosa que ya no le temo a la soledad. Puedo decirle a mi mamá que valla a comprar tranquila y tarde todo lo que quiera, total ya no necesito su compañía para no llorar. Ni la suya ni la de nadie.

Hoy, puedo decir orgullosa que soy mi mejor compañía.