- ¿Por qué? ¿Estoy muy hecha mierda?
- (...) No, estás muy feliz.
Sabían que me iba a escapar, nunca pensaron si quiera en recibir un llamado. Me conocen. Bueno, no.. conocen lo que es obvio, lo que todo el mundo conoce: No sirvo para estar quieta. Y menos a días de reencontrarme con el escenario y habiendo tantas cosas por hacer. Es un lujo quedarse durmiendo mientras el mundo sigue girando. No hallaba razon por la cual si la señora de 85 años se tomó el 107 con lluvia y diez grados para llevarle caramelos a los nietos de la amiga, yo merecía reposo por una estúpida faringitis en lugar de ir a ensayar. Un lujo que a esta altura, y con mi cabeza, no podía darme.
Ese comentario me hizo pensar bastante. La medicina no pudo explicar como salí con fiebre y al regresar esta desapareció sin ninguna intervención médica. Y la alegría se nota en la cara, el color vuelve cuando vuelvo a lo que quiero. Cuando puedo elegir donde estar y con quien.
Es saber como curarse, es saber lo que a uno le hace bien e ir a buscarlo. No mamá, no te rías, vos nunca vas a entenderlo. Nunca vas a entender que una improvisacion con Calle 13, un buen ensayo y una merienda compartida con gente que lo vale, puede acabar con mi cuerpo pero llenarme el alma. Esta última palabra no está en tu diccionario. Muchas gracias, pero para estar bien solo necesito una cosa: La llave. Del resto... me ocupo yo.
~ Dos días.
No comments:
Post a Comment